A lo
largo de la vida le he tenido que pedir permiso a mis padres, a mis maestros,
a veces a mi familia y a mis amigos. Pedir permiso es solicitar un
consentimiento para hacer o decir algo. Se pide permiso por ser menor y no
tener edad para decidir, por respeto, o por amor. También por temor.
Soy
mayor de edad, cumplo con mis obligaciones ciudadanas, pero
por alguna razón que no logro discernir, tengo que pedirle permiso a un
funcionario, al que le pago el sueldo, para poder viajar, dejar que decida
cuanto dinero necesito para el viaje, aclararle hacia donde voy y cuanto
tiempo pienso estar, para que el individuo decida cuanto puedo gastar. ¡Y la
plata es mía!
Además,
el funcionario, al que le pago el sueldo, que forma parte de un grupo de
funcionarios, a los que también les pago el sueldo, eso incluye a la
presidente, que es mi mandataria y yo soy su mandante, o sea que es mi,
(nuestra) empleada, ha decidido que no puedo ahorrar en US$. Debo ahorrar en
pesos que se devalúan todos los días, cuestión de obligarme a gastar, para
que la economía no “se enfríe”.
Alguien
debería aclararle al, o a los funcionarios, incluyendo a la presidente, que
la economía está entrando en un gélido invierno, y no es porque “el mundo se
nos cayó encima”, salvo que Europa haya tenido la inverosímil puntería de
caer sólo sobre Argentina, respetando las fronteras del Uruguay, Brasil,
Chile y hasta de Paraguay.
Tengo
que pedir permiso para importar, desde remedios, hasta libros; tengo que
pedir permiso para exportar. Tienen que decir qué se exporta, cuanto y a
cuánto, y a partir de ahí, pagar retenciones sobre los dólares que gracias al
esfuerzo y al trabajo de otros, que no son funcionarios, entran al país.
Argentina necesita dólares, y por desgracia, como nos aclaró Pagliero, “¡no los
fabricamos!”… todavía. Cuidado con la ex Ciccone , ésa que nadie sabe quiénes
son los dueños y porqué, en un país que estatiza todo lo que puede, sigue
siendo privada y no una subsidiaria de la Casa de la Moneda.
¡Tengo
que pedir permiso para vivir! Con el disparatado sistema abolicionista del
código penal (al que harán desaparecer si no hacemos algo al respecto), hay
que pedirle permiso a los chorros para que sean gentiles y sólo nos roben, o
asalten, o secuestren, pero que no nos maten o violen. Los malvivientes,
“víctimas de la injusta sociedad”, salen en libertad, mientras nosotros
acumulamos rejas, alarmas, puertas blindadas y pagamos seguridad privada.
Tengo
que pedir permiso para saber qué hacen con mis impuestos. ¿Y la ley de
transparencia de los actos de gobierno? ¿Por qué tengo que mantener la
millonaria pérdida diaria de Aerolíneas Argentinas para que los chicos de la
Cámpora jueguen con los avioncitos y cobren sueldos siderales?
A mi no
me pidieron permiso para el disparate de “fútbol para todos”, que nos cuesta
$1.200 millones por año, ni para “automovilismo para todos”, que nos cuesta
$450 millones por año; ni para lanzar el 5 ° (quinto) plan de construcción de
viviendas desde 2003, incluyendo “Pesadillas compartidas”, que se llevaron de
nuestra plata, la friolera de $750 millones, y todo sale de los aportes de
los jubilados. Nuestros aportes. Nadie contesta.
Tengo
que pedir permiso para saber por qué se confiscó (es el verbo adecuado) YPF y
no se hizo como lo indica la ley de expropiaciones. Tengo que pedir permiso
para saber por qué los actos de este gobierno a nivel internacional, hacen
que mi país, Argentina, sea cada día menos creíble.
Pido
permiso para saber, pero nadie contesta. Mis preguntas no importan. Y
deberían importar. Soy ciudadana argentina, pago impuestos, voto, dependen de
mi, aunque sea minoría. ¿Cómo hemos llegado al punto en que el gobierno
ignore estas verdades?
¿Tengo
que pedir permiso para ejercer mis derechos constitucionales? ¿Tengo que
pedir permiso para asumir mi ciudadanía argentina en plenitud? Algo está mal.
Algo está profundamente equivocado en Argentina. Y no son sólo mis derechos,
es más bien el hecho de permitir que coarten mis derechos y no exigir que me
los respeten.
Soy una
ciudadana argentina; Argentina es (o debería ser) una república, y aunque
forme parte de la minoría que no votó a este gobierno (46%), tengo
inalienables derechos que hacer respetar. Y los opositores, casi todos ellos
en sintonía con el pensamiento gubernamental, más honestos y más institucionales
(lo que no es difícil,) nos deben una alternativa posible. Mis libertades
individuales están en juego, no debo, ni puedo permitir que las avasallen.
El
gobierno, todos los que lo conforman, los tres poderes y en particular el
ejecutivo, deben escuchar. Este no es el camino. Ya lo anduvimos demasiadas
veces, ya sabemos de la euforia de los comienzos populistas y de los
demoledores finales que inexorablemente llegan.
PIDO PERMISO, ¿Por favor??
De
nosotros, de nuestros reclamos, de la reiteración de los mismos, de nuestra
prédica constante sobre el respeto a la CN, y el respeto que nos debe el
gobierno, de nuestro clamor por libertad y justicia, depende que cambien el
rumbo. Y deben cambiarlo. De no hacerlo, una vez más, Argentina se hundirá y
será más difícil salir de una nueva recaída. ¡ Basta de pedir permiso!
*Centro
de Economía y Delito de la Facultad de Ciencias Económicas de la U.B.A.
Declaración de los Dres. Vicente Díaz y Carlos Negri, sobre la resolución
3333 del 23/5/2012.
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SI… coincides plenamente !! REENVIAR.
SOLO MOVIÉNDONOS LOGRAREMOS CREAR CONCIENCIA Y SUBSECUENTE
ACCION…
DETRAS DE CADA TRAMITE HAY UNA NECESIDAD O UN DOLOR, UN DERECHO Y TODA DEMORA OCASIONA UN PERJUICIO
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