• DETRAS DE CADA TRAMITE HAY UNA NECESIDAD O UN DOLOR, UN DERECHO Y TODA DEMORA OCASIONA UN PERJUICIO

viernes, 29 de julio de 2011

EL ABORTO NO ES UN DERECHO

EL ABORTO NO ES UN DERECHO

Todos debemos asumir la responsabilidad en el problema, pero no por el camino más fácil de la muerte. Tampoco, apelando sólo a la cárcel de la madre, como política disuasiva. Miguel Julio Rodríguez Villafañe.

29/07/2011 00:01 | Miguel Julio Rodríguez (Villafañe Abogado constitucionalista)

El tema del aborto es encarado, muchas veces, de manera parcial o incompleta. La problemática requiere, primero, tener presente que los derechos humanos implicados deben tratarse siempre desde una cultura de vida y no desde una apología de la muerte.

Esta distinción no es menor, porque en justicia no cabe que para la solución de un problema grave, como es el caso de la mujer embarazada en situación de conflicto, la solución presuponga, necesariamente, facilitar la muerte del bebé.

No se puede hablar, entonces, de derecho al aborto, porque sería lo mismo que decir derecho al homicidio. El homicidio no se propicia; sólo no es punible cuando se da una excusa absolutoria que lo justifica, en determinadas situaciones, como es el caso de la legítima defensa.

El derecho a la vida es el primer derecho de la persona humana, preexistente a toda legislación positiva. La perspectiva de una cultura de vida implica trabajar, de manera incansable, por la vida de la madre y del hijo y agotar los caminos posibles. Pensar que uno deba matar al otro como salida fácil es inaceptable. Nadie puede pensar que una madre necesariamente querría matar a su hijo, ni que su hijo desee ser la causa de la muerte de su madre.

El aborto, en sí mismo, no soluciona el problema y su facilitación implica el desentendimiento de la sociedad de la cuestión. La carga moral se la deja, en definitiva, en los dos puntos más débiles de la situación: en la madre, que siempre muere un poco con el hijo perdido, y en el niño, que termina muriendo, injustamente, acusado de ser la causa del problema de su madre.

Salida machista. También es una salida machista que, disfrazada de derecho de la mujer para decidir sobre su cuerpo, desentiende en forma total al hombre de su responsabilidad. Los artículos 63, 70 y 264 del Código Civil dan derechos a todas las personas, desde la concepción, y los pactos internacionales incorporados a la Constitución Nacional, en 1994, garantizan la vida desde la concepción y obligan a la consideración primordial del interés del niño.

A su vez, nadie puede ser privado de su vida de modo arbitrario y los estados tienen obligación de sancionar leyes que protejan la vida. La Convención sobre los Derechos del Niño, en su artículo 6, determina que “los estados parte reconocen que todo niño tiene derecho intrínseco a la vida”. A su vez, el 24 inciso “c” de ese tratado dispone que “los estados asumen el deber de adoptar medidas apropiadas para asegurar atención sanitaria prenatal y posnatal apropiada a las madres”. En el preámbulo de ese instrumento internacional, con jerarquía constitucional en Argentina, se afirma que “el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento”

Economicismo. Asimismo, resulta sospechoso que organismos financieros como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional motoricen el aborto como salida y que se sostenga que con ello se ayuda a los más pobres. En esa línea, conviene reparar en que esos organismos han condicionado créditos a los países subdesarrollados en la medida en que se realicen políticas abortistas.

También se subsidiaron, por ejemplo en Perú y Bolivia, medidas tendientes a diezmar a pueblos originarios y a los más desposeídos, pagándoles si se dejaban esterilizar. Todo ello sabiendo que, en la naturaleza, los débiles se defienden, siempre, desde la cantidad.

En realidad, esa postura de los entes de crédito esconde dos hipocresías de los poderosos; por un lado, el miedo que tienen a que haya muchos que reclamen derechos humanos que no están dispuestos a garantizar a todos. A la vez, porque no desean compartir lo que tienen y consideran que las cargas impositivas de la responsabilidad social significan un peso económico que no quieren asumir.


Este razonamiento no implica desmerecer la preocupación genuina que tienen algunos sectores por las muertes de mujeres en abortos sépticos. Pero la solución de fondo no pasa necesariamente por la muerte antiséptica del niño.

Caminos erróneos. En el tema en cuestión no se tienen en cuenta, además, los abortos que se realizan por problemas económicos. Muchas madres, en su desesperación, suelen pensar que el aborto es una solución porque no podrán mantener a su hijo. Es inaceptable que se mate por razones económicas. Es la sociedad la responsable de encontrar caminos superadores, que no sigan discriminando a las madres angustiadas.

Todos debemos asumir la responsabilidad en el problema, pero no por el camino más fácil de la muerte. También tomando conciencia de que tampoco se soluciona el tema apelando sólo a la cárcel de la madre, como política disuasiva, sin otras políticas persuasivas y protectoras de la mujer en situación de conflicto y su niño.

Cabe rescatar de manera positiva en la cultura de la vida lo que se viene haciendo, en tutela de la madre y del niño en particular, con las normas recientemente dictadas, que dan más licencias por maternidad; que otorgan subsidios tempranamente a la madre embarazada, o que permiten la prisión domiciliaria de la mujer embarazada.

No se puede retroceder en esta valiosa senda encarada.


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