ESTE MENSAJE NO TIENE NINGUNA INTENCIÓN POLÍTICA, SÓLO COMPARTIR LA HISTORIA DE UN HOMBRE DE BIEN, CON ACIERTOS Y DEBILIDADES, SIN PERDER LA HONRADEZ AÚN EN LOS PEORES MOMENTOS DE SU GESTIÓN!
ILLIA EN PIJAMA --- VALE LA PENA LEERLO
DEDICADO A LOS MÁS JÓVENES QUE NO LO CONOCIERON.............
Illia en
pijamaFue derrocado por sus aciertos y no por sus errores. Tuvo el coraje de
meter el bisturí en los dos negocios que incluso hoy más facturan en el planeta:
los medicamentos y el petróleo. ---------------------------------- Fue la ética
sentada en el sillón de Rivadavia --------------------------------
El
sábado, en su glorioso recital, Jairo contó una vivencia estremecedora de su
Cruz del Eje natal.
Una
madrugada su hermanita no paraba de temblar mientras se iba poniendo morada.
Sus padres estaban desesperados. No sabían qué hacer. Temían que se les muriera
y fueron a golpear la puerta de la casa del médico del pueblo. El doctor Arturo
Illia se puso un sobretodo sobre el pijama , se trepó a su bicicleta y pedaleó
hasta la casa de los González.
Apenas vio
a la nenita dijo: “ Hipotermia ”. - “ No se si mi padre entendió lo que esa
palabra rara quería decir ”, contó Jairo. La sabiduría del médico ordenó algo
muy simple y profundo. Que el padre se sacara la camisa, el abrigo y que con su
torso desnudo abrazara fuertemente a la chiquita a la que cubrieron con un par
de mantas. - “ ¿ No le va a dar un remedio, doctor ? ”, preguntó ansiosa la
madre. Y Arturo Illia le dijo que para esos temblores no había mejor
medicamento que el calor del cuerpo de su padre.
A la hora
la chiquita empezó a recuperar los colores. Y a las 5 de la mañana, cuando ya
estaba totalmente repuesta, don Arturo se puso otra vez su gastado sobretodo,
se subió a la bicicleta y se perdió en la noche. Jairo dijo que lo contó por
primera vez en su vida. Tal vez esa sabiduría popular, esa actitud solidaria,
esa austeridad franciscana lo marcó para siempre. El teatro se llenó de
lágrimas. Los aplausos en la sala denotaron que gran parte de la gente sabía
quien había sido ese médico rural que llegó a ser presidente de la Nación.
Sin embargo
afuera me di cuenta que muchos jóvenes desconocían la dimensión ética de aquel
hombre sencillo y patriota. Entonces
prometí que hoy, en esta columna les iba a contar algo de lo que fue esa
leyenda republicana.
"Llegó a la presidencia en 1963, el
mismo año en que el mundo se conmovía por el asesinato de John Fitzgerald
Kennedy y lloraba la muerte del Papa Bueno, Juan XXIII. Tal vez no fue una
casualidad. El mismo día que murió Juan XXIII nació Illia como un presidente
bueno.
Hoy todos
los colocan en el altar de los próceres de la democracia. Les doy apenas
algunas cifras para tomar dimensión de lo que fue su gobierno. El Producto
Bruto Interno (PBI ) en 1964 creció el 10,3 % y en 1965 el 9,1 %. “ Tasas
chinas ”, diríamos ahora. En los dos años anteriores, el país no había crecido,
había tenido números negativos. Ese año la desocupación era del 6,1 %. Asumió
con 23 millones de dólares de reservas en el Banco Central y cuando se fue
había 363 millones. Parece de otro planeta. Debo
ser lo más riguroso posible con la historia. Argentina tampoco era un paraíso.
El gobierno tenía una gran debilidad de origen. Había asumido aquel 12 de
octubre de 1963 solamente con el 25,2 % de los votos y en elecciones donde el
peronismo estuvo proscripto. Un dato más: el voto en blanco rozó el 20 % y por
lo tanto el radicalismo no tuvo mayoría en el Congreso. Tampoco hay que olvidar
el encarnizado plan del lucha que el Lobo Vandor y el sindicalismo peronista le
hizo para debilitarlo sin piedad. Por
supuesto que el gobierno también tenía errores como todos los gobiernos. Sin
embargo la gran verdad es que Illia fue derrocado por sus aciertos y no por sus
errores. Por su histórica honradez, por la autonomía frente a los poderosos de
adentro y de afuera. Tuvo el coraje de meter el bisturí en los dos negocios que
incluso hoy más facturan en el planeta: los medicamentos y el petróleo. Nunca
le perdonaron tanta independencia. Por eso le hicieron la cruz y le apuntaron
los cañones. Por eso digo que a Illia lo voltearon los militares fascistas como
Onganía que defendían los intereses económicos de los monopolios extranjeros.
Él lo dijo con toda claridad: a mi me derrocaron las 20 manzanas que rodean a
la Casa de Gobierno.
Nunca más un presidente en nuestro país volvió a viajar en subte o a
tomar café en los bolichones. Nunca más un presidente hizo lo que el hizo con
los fondos reservados: no los tocó.
Nació en Pergamino y se encariñó con Cruz del Eje, donde ejerció su
vocación de arte de curar personas con la medicina y de curar sociedades con la
política. Allí conoció a don González el padre de Marito, es decir de Jairo.
Atendió a los humildes y peleó por la libertad y la justicia para todos. A
Don Arturo Humberto Illia lo vamos a extrañar por el resto de nuestros días.
Porque hacía sin robar. Porque se fue del gobierno mucho más pobre de lo que
entró y eso que entró pobre. Su modesta casa y el consultorio fueron donaciones
de los vecinos y en los últimos días de su vida atendía en la panadería de un
amigo. Fue la ética sentada en el sillón de Rivadavia.
Yo tenía 11 años cuando los golpistas lo arrancaron de la casa de
gobierno. Mi padre que lo había votado y lo admiraba profundamente se agarró la
cabeza y me dijo: - Pobre de nosotros los argentinos. Todavía no sabemos los
dramas que nos esperan. Y mi viejo tuvo razón. Mucha tragedia le esperaba a
este bendito país. Yo tenía 11 años y todavía recuerdo su cabeza blanca, su
frente alta y su conciencia limpia.
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Marito "Jairo" González
DETRAS DE CADA TRAMITE HAY UNA NECESIDAD O UN DOLOR, UN DERECHO Y TODA DEMORA OCASIONA UN PERJUICIO
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