LA MAGIA DE LAS PALABRAS EN LA BOCA DEL SABIO MAESTRO.
Queridos desconocidos, a continuación
les transcribo un bonito trabajo que he encontrado en el sitio:
http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/580/2289/articulo.php?id=14749
Su titulo es:
¿Qué idioma hablaba Jesucristo? de
Ignacio Walker Cisnero, el cual hace una amplia revisión de la historia
lingüística para adentrarse en la geografía gramatical y así explicarnos los
Evangelios a la luz del idioma que posiblemente hablaba Cristo.
Quien peregrina a Tierra Santa
usualmente se deja llevar por una triste ilusión: pensar que Nuestro Señor
Jesucristo hablaba la misma lengua que las gentes que hoy ocupan los Santos
Lugares. Es más, el error se extiende incluso a quienes - por motivos que desconozco
y no puedo comprender - se empeñan en fundar sociedades católicas con nombres
en hebreo.
Hoy en día, el hebreo es la lengua
oficial del moderno estado de Israel. Con una sabia determinación, se ha
impuesto esta lengua como una forma de unificar a los habitantes del territorio
y formar la unidad nacional. Sin embargo, este espectáculo se diferencia mucho
del que ofrecía a la vista del peregrino de hace dos mil años.
Diremos, para comenzar, que el hebreo
vivo es una lengua moderna, nacida de los esfuerzos del publicista Ben Yehuda
durante el siglo pasado, pensando en la creación del "Hogar" sionista
que posteriormente se constituyó sobre una porción de Palestina. Ahora bien,
esto NO significa que porque el hebreo no fuera usado por el Pueblo Elegido no
sea una lengua antigua, considerada por los lingüistas dentro de las lenguas
semíticas (1). Todas estas lenguas son parientes entre sí, como el francés lo
es de las románicas, del italiano, español o rumano.
Quienes acompañaban a Abraham
hablaban un dialecto semítico análogo al babilónico de la baja Mesopotamia. Los
cananeos, en cambio, hablaban uno más preciso, mejor construido. Al regresar de
Egipto, los hebreos "fijaron" su idioma adoptando construcciones del
cananeo. Y así como en la Francia medieval existían los de ’oil’ y de ’oc’, los
de Judea pronunciaban ’ch’ la ’s’ de los efraimitas. Por esto el cántico de la
profetiza Débora está basado en un vocabulario tan particular. Y como el Libro
Sagrado fue redactado casi exclusivamente en Judea, el hebreo judaico
prevaleció sobre el resto.
El Rey-Profeta David y Salomón
hablaban este hebreo. Y así fue hasta la deportación a Babilonia. Al regreso se
produjo un lento declinar de esta lengua y fue suplantada por un dialecto
local. Sin embargo los sabios y escritores de las Sagradas Escrituras
utilizaban este hebreo como "lengua santa" al modo que los
escolásticos y la Santa Iglesia utiliza el latín como lengua sagrada. El hebreo
se convirtió, por tanto, en "lengua de santidad", leshon da kodesh, o
"la lengua de los sabios". Los doctores de la Ley enseñaban en hebreo
como nuestros teólogos enseñaban en latín. Las plegarias y rogatorios se
pronunciaban en hebreo al modo de nuestro Pater o el Ave María.
Es notable ver que poco antes de la
venida del Salvador, el hebreo conoció un resurgimiento. Se cree que en la
comunidad de los esenios, amigos del Señor, se hablaba en hebreo. Nuestro
Señor, según nos cuenta San Lucas, enseñaba en el Templo, "desenrollando
el libro del profeta Isaías y leyendo". Por tanto para Sus prédicas a los
doctores, utilizaba la lengua sacra. Pero en la vida corriente, se utilizaba
otro idioma: el arameo. Para sus prédicas populares, es creíble que el Divino
Redentor no utilizase el hebreo sino el arameo para expresarse.
Ahora bien, el arameo no era una
lengua corrompida como muchos progresistas "expertos" propagan sin
empacho, incluso en libros o documentales de televisión. Ellos dicen que el
arameo es una degradación de la lengua, un dialecto degenerado que habrían
traído del exilio en Babilonia.
Pero el arameo es una lengua tan
original como lo es el hebreo. Era la lengua que hablaban las tribus nómades
que fundaban reinos efímeros a lo largo y ancho de la Fértil Medialuna, si
lograr jamás unificarse. A causa de esto los israelitas les llamaban
"allegados". Por razones poco comprendidas, esta lengua no se perdió
cuando el esplendor político de los arameos decayó, sino que, por el contrario,
ingresó a una prodigiosa expansión. En toda el Asia anterior, del mar de Irán,
de las fuentes del Éufrates al golfo Pérsico, el arameo sustituyó todas las
lenguas nativas.
Tan impresionante fue esto que los
Reyes de los Reyes persas la adoptaron como lengua administrativa, lo que
contribuyó aún más a imponerlo. Israel no fue ajeno a esta dominación.
Aprecie el lector la magnitud del
cambio: en el siglo VIII A.C. solamente los grandes hablaban arameo y el pueblo
hablaba hebreo; en tiempos del Señor, el pueblo hablaba masivamente el arameo y
sólo los grandes hablaban hebreo.
El arameo era una lengua más
civilizada que el hebreo, mucho mas flexible, más apta para expresar los
matices y circunstancias de un relato o las evoluciones del pensamiento. Además
contaba con muchísimas sutilezas: los galileos no pronunciaban como la gente
del Jerusalén. Recuerde el lector que la noche dolorosa del Jueves Santo, San
Pedro es reconocido como galileo por una criada.
Los evangelios están poblados de
numerosos vocablos arameos, utilizados incluso por el propio señor: Abba,
haceldama, Gabbata, Gólgota, Mamonas, Mestriah, Pascha y hasta frases enteras
como el mandamiento "thalita qumi", que Cristo da a la hija muerta de
Jairo. O el célebre "Eloi, Eloi, lamma sabachtani", de la suprema
angustia.
Por muestra tenemos que en ciertas
partes del libro de Esdras y de Jeremías, los de Daniel y San Mateo se empleó
el arameo en la primera redacción, antes de su traducción al griego.
La literatura talmúdica se sirve de
las Targum (targumin), que son "traducciones" al arameo del original
hebreo. En la época de Nuestro Señor en cada sinagoga habían un
"targoman" o traductor al arameo de las enseñanzas y preceptos
divinos, que explicaba y traducía al arameo los textos para quienes no sabían o
no dominaban el hebreo.
Hoy en día subsiste el arameo
oriental, o más bien "arameos" en la zona de Mesopotamia. Al sur de
Damasco, en Maamula (Mamula) se habla el arameo occidental y gracias a esta
preservación se ha podido transcribir el Pater en arameo.
Pero, ¿esto quiere decir que el
hebreo y el arameo eran las dos únicas lenguas que se hablaban en la época del
Redentor? Los relatos evangélicos nos cuentan que Pilatos ordenó clavar un
letrero sobre la Cruz que estaba escrito en tres idiomas: hebreo, griego y
latín.
El latín era la lengua de los
invasores y tenía muy poco uso, pero era el idioma oficial del Imperio y se
utilizaba para todas las comunicaciones oficiales. Flavio Josefo concuerda con
esto y añade que todas las comunicaciones y decretos se acompañaban de una
traducción en griego.
El griego estaba muy difundido en el
Cercano Oriente y en todo el Imperio. Los rabinos levantaban una lucha cultural
contra el invasor que imponía costumbres paganas: "Quien enseña griego a
su hijo - decían - es maldito al igual que el que come puerco". Pero esto
no impedía que sus grandes sabios, como Gamaliel, lo conocieran perfectamente.
El Libro de Hechos narra cómo, por darle el gusto a la población de Jerusalén
tras su detención, San Pablo habla en arameo y no en griego, ya que el griego
era la lengua de la gente culta, distinguida, de los ricos, la lengua de
herodes y la lengua internacional de los negocios.
Los Evangelios, los Hechos de los
Apóstoles, casi todas las Epístolas y el Apocalipsis, fueron escritos en lengua
griega, o la menos traducidos inmediatamente a ésta.
¿Hablaba griego el Mesías Esperado?
En ninguno de los discursos que registran los Evangelios le escuchamos
pronunciar una sola cita griega, ni siquiera una alusión, como sí lo hace San
Pablo. Pero cuando es interrogado por Poncio Pilato no se sirve de ningún
traductor. Y Pilatos no se tomaba la molestia de estudiar la lengua de los
sometidos y esclavos. ¿Que tipo de griego se hablaba en Palestina? El que a
partir de Alejandría se había impuesto a los idiomas locales: ático, jonio,
dorio, eolio y se difundió en el mundo helenístico no sin sufrir deformaciones.
El griego de la Koiné se había
simplificado, suprimiéndole palabras difíciles y se dejaron de lado las
particularidades de las declinaciones y conjugaciones: utilizaba las
construcciones analíticas con preposiciones de preferencia a las formas del
griego clásico, pero ante todo había adoptado muchas palabras latinas y formas
sonoras orientales.
Definitivamente no era el griego de
Platón, pero era cómodo y muy bien adaptado para el papel internacional que
habría de desempeñar.
Esta pequeñísima introducción nos
permite abrir una nueva visión del mundo que contemplaron los Divinos Ojos del
Creador.
Este mundo que le recibió y no le
acogió fue perfeccionándose gradualmente y depurando, gracias a las saludables
influencias de la Santa Iglesia, todos los resabios de paganismo y maldad que
eran costumbres incuestionadas por los hombres de aquella época. Sirva decir
que fue gracias a la Iglesia y no a las bravatas masónicas de la ilustración,
sino mas de diecisiete siglos antes, que se comenzó a luchar por el fin de la
esclavitud y que fue la Iglesia quien consiguió abolir esa práctica infame.
Sólo con el Renacimiento de los
errores antiguos, hacia el fin de la Edad Media, resurge el esclavismo de manos
de personas, consagradas al culto del dinero y del poder. Fue la Iglesia,
recordémoslo siempre, quien creó el concepto de persona y dignidad, y no es
ésta una invención moderna.
Comencemos, pues, a amar y estudiar
más nuestra historia para desterrar las idear perversas que nos introducen las
creaciones literarias y hollywoodenses sobre nuestro pasado y en particular del
contexto histórico y de la Sagrada Persona de Nuestro Señor Jesucristo.
Hoy en día, en que se quiere hacer
creer y sentir que la Iglesia erró por dos mil años y que, por tanto, debe
volver a sus primeros tiempos, es momento oportuno para recordar, divulgar y
defender.
Publicado por Sandro en 21:47 1
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